20071114

Arrullo 2



Intentaré mirar bajo el agua, pero ya no habrá agua. ¿Dónde va lo que se evapora si no se condensa?, me quedaré pensando en el vapor que podría haber atrapado si hubiese tenido un espejo a mano.
Trataré de llenar nuevamente la tina, sin tener ganas de un baño, sin tener ganas de agua, solo para comprobar que el agua moja abajo del agua… y ver debajo. Soñaré con litros de agua saliendo del grifo, pero solo unas gotitas habrán caído. Puede no tener fin, pero claramente tiene un final.
Recogeré las gotitas y las pondré en mis ojos para ver si juntan otras gotas. Empezarán a salir lentamente hasta terminar en una frenética y masiva caída libre. Iré corriendo a llenar la tina, pero las gotas se transformarán en palabras secas. Puede no tener fin, pero claramente tiene un final.
Sin cambiar la mirada, tendré que someterme al desierto. Sin mirar lo que está debajo, me haré pasar por espino.
¿Dónde va lo que se evapora? Intentaré mirar bajo las espinas, pero estarán huecas. Pincharé y torturaré insectos tornasoles esperando ver de qué color es su sangre… y si sirve para llenar una tina. No podré renunciar al agua, aunque sea en su forma más siniestra.
Seré un espino viscoso y lleno de alas y patas rotas. De improviso, un niño me arrancará de raíz y me tirará a un estero.

20071111


La rana salta de tormenta en tormenta,
una manchita verde se resbala de vez en cuando.
La ira mueve charcos.
La rana piensa en hibernar.

Por más que se junten provisiones,
el alma anfibia es insaciable.
Se le ocurre vivir del reflejo del cielo nublado.
La rana deja de saltar.

La quietud de las ancas garantiza pensamientos profundos.
La rana comprende que ha llegado la hora de atravesar la carretera.
El camión había pasado 16 minutos antes.

La rana duerme bajo un rosal seco.
La rana sueña con un perro izquierdo
y despierta con la certeza de, esta vez, ir al mar.

Un largo camino despierta la sed.
La rana salta a la roca en medio del mar.
Llora y estira su larga lengua hacia la luna efervescente.

El alma anfibia es inacabable.

20071101

Arrullo


Lloro por los dedos y todo lo que toco se transforma en promesa parcial nublada. Reina del arrullo monotemático, no me queda más remedio que un cliché pasado de moda para tragar la tormenta que se avecina.
Lloro por la boca y todos los sabores se vuelven blancos… o negros. No hay espacio para mi eterna vista gorda, para mi equilibrio sobre cubitos de hielo.
Lloro por lo fácil, por lo cristalino, por el oxígeno. Le temo a la roca en medio del mar.
Lloro trozos de carbón y caramelos rancios. Mis pañuelos están llenos de hormigas y mi cama ha comenzado a ser explorada en busca de túneles para excavar.
Yo lloro lentamente, imperceptiblemente.


Digo y contradigo: no soy lo que soy. Quizás sea lo que lloro.

20071010

pequeñas cavidades


“Cuando Alma Grund sacó el revolver y me apuntó al pecho, llegué a sentir menos miedo que fascinación. Comprendí que las balas de aquella arma contenían una idea que nunca se me había ocurrido. El mundo estaba lleno de pequeñas cavidades, aberturas sin sentido, vacíos microscópicos que la mente podía cruzar, y una vez que se estaba al otro lado de esos huecos, uno se liberaba de la muerte, se liberaba de todo lo que le pertenecía. Por casualidad, yo me había encontrado con uno de ellos aquella noche en mi cuarto. Apareció en forma de revólver, me daba igual salir de él o no. Me sentía enteramente tranquilo y absolutamente enloquecido, totalmente preparado para aceptar lo que ofrecía el momento. Es rara una indiferencia de tal magnitud, y como solo puede lograrla alguien que esté dispuesto a dejar de ser lo que es, exige respeto.” P. Auster. El libro de las ilusiones.

Yo alcanzo a divisar un revólver desde la ventana de mi oficina.