20080904
mi posteridad arrodillada frente a un gorila
y el aliento retenido hasta el amor.
Más vale tu alma en un hilo que un hilo de tu alma
multiplico razones para este tránsito de siempres y nuncas
yendo del comedor al parque.
Mucho abarca y mi mano aprieta el vacío
mientras mueres de indiferencia
y gusto por el silencio.
Me cuido de lo que tienes entre ceja y ceja
murmurando mentiras sobre el tiempo, el pan
y las larvas que no viven en mí.
20080831
animal planet

¿Cuántos animales caminan para atrás?
Los ojos al frente y el destino gritándome por la espalda.
¿Cuántos animales logran obsesionarse?
Dormir tarde y dormir despierta.
¿Cuántos animales no comen ni dejan comer?
La miro activa carroñera, la cuento en mis cuentos, la persigo civilizadamente.
¿Cuántos animales se despiden con azúcar quemada en los labios?
Esta distancia mide 3 centímetros y un par de besos.
¿Cuántos animales han mirado atrás?
…y tu ya sabes del riesgo desierto.
20080810

Muero de insignificante enfermedad. Busco jarabe debajo de las piedras, encuentro un premeditado bostezo.
Desmayo a medio camino y palpito con velocidad de aceite quemado. Ojos a medias y boca pálida, una sombra besa mis brazos y respira el laurel de mi costado. Sombra y laurel, todos mis amores recompuestos y mi boca llena de cal.
Preferiría mañana de domingo, pero muero de insignificante enfermedad. Pelo callado, rodillas sin gracia, pecho echando raíz. Una sombra acomoda mi simpatía en una caja de zapatos, ahí va.
Se me mueren los susurros y las sonrisas. Se me mueren las ollas y los martillos… esta insignificante enfermedad.
Muero en la esquina del jardín, en el ascensor y en la última puerta. No hay sabor que me traiga de vuelta ni espuma que entibie mis deseos.
¡Que viva la mujer que vive en un huevo! Yo me quedo a morir el día.
20080806
...

La voz cuelga de la rama y la rama se empecina en hacer crac. La voz no cae y la rama no cede.
La voz se empecina en sonar como una tarde tibia y es la tarde la que se sienta a lamentar. La voz no suena y la tarde oscurece.
Yo quisiera voz firme como un cangrejo y tengo mi voz gris. A veces, un cangrejo gris.
Yo quisiera abrir la boca y salgan panteras. A penas humo celeste que no ciega, no ahoga, no muerde ni huele.
Tu voz se derrite sobre mi torcido vestido y mi vestido acoraza lo que me queda de pájara. Tu voz se evapora y la pájara gime.
No sigue tu voz. En esta línea vuelve a escribirse la desgracia de pájara muda y un vestido hecho de piedra.
Muero de esta enfermedad insignificante. Un ojo pegado a la ventana y el corazón escondido en un caracol.