¿Ves? No es raro romance entre la hoja y la sombra de la hoja.
Me acerco a tus huesitos enterrados en el aire y veo la tierra roja con otros ojos.
Tú sabías que lloraría cuando viera a tu hermana decir los nombres de mis hijos,
lo sabías y mantuviste tu enojado silencio.
Y aunque no quiera, me reflejo en su nariz de señora de luto, en su visita a la panadería.
Estarías feliz viéndome con el himno bordado en la polera,
yo solo pienso que no es un despropósito.
(Nunca fuiste anarquista, pero igual).
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