20071227

regalo


Regalo un hombro severo.
Lo regalo por inmóvil,
por impío,
por egoísta.

Regalo un cuello que sigue de ese hombro.
Regalo su rigidez,
su vanidad
y su descariño.

Cabeza flotante, paseo con paso pasado.
Espero buen postor recoja los restos que se me han muerto.

Regalo una boca que se iza sobre ese cuello.
Con ella se me va lo seca,
la falta de amparo,
la última munición.

No hay último deseo ni deseo de morir.
Vivo del eco de las gotas de marzo.

Regalo por partes las notas al pie de mi alegría.

(Hombro y boca duermen bajo tus pestañas. Pon mi cuello en un florero, un ejército de plantas carnívoras cuidará tu sueño).

20071114

Arrullo 2



Intentaré mirar bajo el agua, pero ya no habrá agua. ¿Dónde va lo que se evapora si no se condensa?, me quedaré pensando en el vapor que podría haber atrapado si hubiese tenido un espejo a mano.
Trataré de llenar nuevamente la tina, sin tener ganas de un baño, sin tener ganas de agua, solo para comprobar que el agua moja abajo del agua… y ver debajo. Soñaré con litros de agua saliendo del grifo, pero solo unas gotitas habrán caído. Puede no tener fin, pero claramente tiene un final.
Recogeré las gotitas y las pondré en mis ojos para ver si juntan otras gotas. Empezarán a salir lentamente hasta terminar en una frenética y masiva caída libre. Iré corriendo a llenar la tina, pero las gotas se transformarán en palabras secas. Puede no tener fin, pero claramente tiene un final.
Sin cambiar la mirada, tendré que someterme al desierto. Sin mirar lo que está debajo, me haré pasar por espino.
¿Dónde va lo que se evapora? Intentaré mirar bajo las espinas, pero estarán huecas. Pincharé y torturaré insectos tornasoles esperando ver de qué color es su sangre… y si sirve para llenar una tina. No podré renunciar al agua, aunque sea en su forma más siniestra.
Seré un espino viscoso y lleno de alas y patas rotas. De improviso, un niño me arrancará de raíz y me tirará a un estero.

20071111


La rana salta de tormenta en tormenta,
una manchita verde se resbala de vez en cuando.
La ira mueve charcos.
La rana piensa en hibernar.

Por más que se junten provisiones,
el alma anfibia es insaciable.
Se le ocurre vivir del reflejo del cielo nublado.
La rana deja de saltar.

La quietud de las ancas garantiza pensamientos profundos.
La rana comprende que ha llegado la hora de atravesar la carretera.
El camión había pasado 16 minutos antes.

La rana duerme bajo un rosal seco.
La rana sueña con un perro izquierdo
y despierta con la certeza de, esta vez, ir al mar.

Un largo camino despierta la sed.
La rana salta a la roca en medio del mar.
Llora y estira su larga lengua hacia la luna efervescente.

El alma anfibia es inacabable.

20071101

Arrullo


Lloro por los dedos y todo lo que toco se transforma en promesa parcial nublada. Reina del arrullo monotemático, no me queda más remedio que un cliché pasado de moda para tragar la tormenta que se avecina.
Lloro por la boca y todos los sabores se vuelven blancos… o negros. No hay espacio para mi eterna vista gorda, para mi equilibrio sobre cubitos de hielo.
Lloro por lo fácil, por lo cristalino, por el oxígeno. Le temo a la roca en medio del mar.
Lloro trozos de carbón y caramelos rancios. Mis pañuelos están llenos de hormigas y mi cama ha comenzado a ser explorada en busca de túneles para excavar.
Yo lloro lentamente, imperceptiblemente.


Digo y contradigo: no soy lo que soy. Quizás sea lo que lloro.

20071010

pequeñas cavidades


“Cuando Alma Grund sacó el revolver y me apuntó al pecho, llegué a sentir menos miedo que fascinación. Comprendí que las balas de aquella arma contenían una idea que nunca se me había ocurrido. El mundo estaba lleno de pequeñas cavidades, aberturas sin sentido, vacíos microscópicos que la mente podía cruzar, y una vez que se estaba al otro lado de esos huecos, uno se liberaba de la muerte, se liberaba de todo lo que le pertenecía. Por casualidad, yo me había encontrado con uno de ellos aquella noche en mi cuarto. Apareció en forma de revólver, me daba igual salir de él o no. Me sentía enteramente tranquilo y absolutamente enloquecido, totalmente preparado para aceptar lo que ofrecía el momento. Es rara una indiferencia de tal magnitud, y como solo puede lograrla alguien que esté dispuesto a dejar de ser lo que es, exige respeto.” P. Auster. El libro de las ilusiones.

Yo alcanzo a divisar un revólver desde la ventana de mi oficina.

20071008

la novedad del año


yus se ha decidido a hablar, aunque no sea hablando:





güill ai bi ignor bai de lord?

20070920

Asesinada 2


Un gris ruidoso. Un rayo que cae sobre mí. Una gota arranca por mi rodilla.
El día se paraliza frente a la desazón de una fuga atragantada. La fuga se resigna y lee el diario en el ascensor.

Mi planta de interior. Mi sed. Mi pan quemándose en la puerta del horno.
Como solo mira adelante, la fuga cruza calles a punto de ser atropellada. Una esperanza podrida le aprieta el cuello.

Desde la quinta vez. Desde el patio de comidas. Desde cuando.
La fuga cae en un plato con leche y ahí mismo se echa a morir. Un blanco ahogo la hace sonreír.

Por hilar fino pierde el hilo y la leche acaba antes que el aire. Fuga no muere y continúa bajo una lluvia detenida, bajo el día paralizado y el destino que nunca quiso mojarse.

Fuga y destino se chupan las orejas esperando calentar al día.

Yo me contengo. Yo no tengo. Yo bordo flores amarillas.
Abro la boca y meto una aguja. Aguja perfora alcantarillas y pequeñas fugas salen por mis uñas y mis poros y mis oídos. El olor a leche despierta a todos los destinos que duermen en mi entretecho, ninguno se moja y las pequeñas fugas comienzan a desacelerar la marcha.

Yo no soy quien soy por lo que llevo dentro.

20070912

buceo


Buzo de superficie se queda sin corales, sin perlas, sin pez linterna. Jamás pasaré de ser buzo de snorkel y zapatillas, nadaré entre las olas y pondré cara de circunstancia.
Mi snorkel conecta a una señal radial que me mantiene memorizando nombres y características de peces de profundidades; puedo dar cátedra.
Si me preguntas, respondo que no me atrae la oscuridad, que prefiero el sol reflejándose en las olas. Mientras te respondo, un fantasma negro comienza a parasitar en mis pulmones.

Eso sí, jamás levanto cabeza para mirar nubes; mi horizonte es el fondo.
Déjame que te cuente más: olvidé un pañuelo naranjo en una caverna marina. Y no, no es eso lo que ando buscando. Quizás no buceo, ni nado, ni busco, solo olfateo el agua esperando oler la profundidad a distancia.

No esperes más que superficie en mí. Todo lo profundo se me ha ido al fondo del mar junto con las sillas que tiramos desde el muelle y las cartas y las almohadas.

Puede ser que tengas razón, no me hundo porque ya no peso nada.




(El pañuelo no lo olvidé, lo regalé y olvidé a quién).

(¿El snorkel? Lo compré usado).

20070910

El añoscumple de Teodoro


Cuando naciste un día once, nunca imaginaste que ese día de cumpleaños iba a resultar tan inadecuado (o adecuado, elige tú) en el país en el que celebrarías el último de ellos. No sé a qué edad llegaste aquí ni sé en qué año naciste (¿algún lector sabe?), pero puedo cuantificar todo ese tiempo en casas, cosas, vino, distancias, retos, comidas, mujeres y niñas (algunos niños, pero sobre todo niñas).
Un día como hoy, la mayoría recuerda cosas dolorosas… no es que no tenga conciencia social, histórica o política, o que no tenga sentido común, pero yo te recuerdo principalmente a ti. A ti y tu boina negra, a ti y el acento español que nunca te abandonó.
Cada cumpleaños que celebré contigo está sellado por una anécdota. Reconozco que me daba mucha lata levantarme esas mañanas de domingo y prepararme para el discurso del padre Goyena, pero al final valía la pena. Una historia que recuerdo especialmente es esa de cuando cruzabas de España a Francia y estabas muy cansado. Decidiste deshacerte de algo de carga para aliviar el paso y dejaste una pierna de jamón en el camino. Años después, te encontraste con unos republicanos como tú y uno de ellos recordó lo salvadora que había sido la pierna de jamón que encontró cruzando de España a Francia.
Esa historia marcó tu paso por el mundo. Fuiste un hombre sembrador: de piernas de jamón y de una familia que, aunque dispersa, se encuentra y es capaz de sonreír.

Olvidé el de la abuela, pero el tuyo nunca pasó piola, será imposible de olvidar (incluso para mí, que soy tan mala para los cumpleaños)… lástima que ya no sea cumpleaños, sino todo lo contrario. Marcial hereda esta fecha tan inadecuada (o adecuada… para que no te enojes).

Un abrazo para ti… ahí va tu avión.

Sres. lectores: se aceptan anécdotas que hayan marcado el paso de este gran señor.

20070831

Bellos huevos revueltos


No es una cosa de voz… cara de ángel, de pez ángel. En el atochamiento, flota como un antepasado muerto… cara de muerto.
Cuestión de robar y luego borrar cuentas atrasadas. Trenes haciendo la fila del desayuno, todo vacío, menos la fuente caliente de huevos revueltos… robar los huevos.
Bello, yo robo al bello y hago la fila que me corresponde.
Ventanilla del olvido y la falta de perdón, recibo mi vale por huevos revueltos. Solo lamento la pobreza de mi vestido de flores celestes.
Y vuelta…





Sucede que no resisto un invierno de cuatro estaciones, ni aunque las cuatro fueran primavera.
Si nutre, se come. Si indigesta, se vomita y no se come más… sabiduría prehistórica que ya no sirve.

20070711

Mis sirenas


Son tres las sirenas que viven el patio trasero de mi casa. Hay matapiojos, tarántulas, niñas y mariposas en otros sectores de mi casa, pero las sirenas están atrás, en la piscina, en el único lugar del que difícilmente pueden escapar.
Viven juntas hace doce años y tres meses. A veces se sumergen por meses hasta donde no llega la luz, a veces flotan en la superficie y puedo decirles hola, a veces olvido espolvorearles la comida para peces y reptan famélicas hasta mi dormitorio.
La menor de las sirenas tiene unos ojos pequeños pequeños, unos ojos que duermen la mayor parte del día y que se le van para adentro durante la noche. Es una seria sirena, una sirena que, de vez en cuando, olvida su cola de pez y ríe cuando le preguntan: ¿no sientes el agua fría? Por estos días, la sirena menor tiene los ojos algunos milímetros más abiertos que de costumbre y anda revisando las latas de atún que caen a la piscina. Esta sirena me regaló un lazo de bronce.
La sirena del medio tiene tres pupilas, tres cansancios y tres sorpresas. Tres porque uno siempre es propio y los otros dos multiplican y hacen más bello lo propio. Por eso le dicen la sirena trinidad, porque es una, pero siempre se la ve como tres. Esta sirena ha batallado con metralleta en mano... jamás derrotada, insiste a pesar de sí misma. El otro día descubrí que ocupa su pelo para reforzar las cadenas de su casa. Esta sirena me regaló un espejo.
La sirena mayor no se sabe si es la mayor. Tiene cientos de colas para lucir y siempre le pido una prestada. Pero no es eso lo más importante. Aún no se acostumbra al último cambio de agua de la piscina y esa es clara señal de lo inconstante de su edad. La conversación más profunda que hemos llegado a tener fue en completa oscuridad y completo silencio... creo poder entenderla sin mirarla y sin escucharla. Esta sirena me regaló un cómodo sillón.

20070529

La estrategia del témpano


A punto de rebalsar algas por mi boca, congelo mi lengua y trago. Sucede que vale la pena guardarse para un vómito más sofisticado. Nunca tiemblo, nunca sangro, lloro poco (lloré una vez al entrar al Metro y lloré al tocar el pestillo de la habitación 44). La estrategia del témpano le dicen.
No conozco el nombre del árbol que por años ha estado en la entrada de mi casa. Mi árbol envejece a pesar de mí. Aprecio la indiferencia y me tortura la tibia saliva que se escapa en cada brindis, en cada manguera que se abre para regar el árbol, en cada lluvia que se pasa acurrucado.
Un témpano por sombrero. Una cabeza fría para soportar un granizo encendido… y dentro del témpano un bonobo inquieto con un alfiler en la mano.
Así, camino altanera de la cocina al baño y del baño al ascensor. Subo y bajo sin cambiar la expresión y cualquier cosa tonta va haciendo sedimento cerca de mi nuca. Frío en la yema de los dedos, uñas sin circulación para hacer juego con el sombrero. Soy una especie de santita azul que viaja inmóvil en un ascensor.

Cuando te miro, te atravieso. Solo abrazos fantasmas. Vomitar pasión en la cabeza de un alfiler… busca el alfiler.

20070418

She’s a mighty good leader all the way (o apologia de la funcionaria)






Abriré el mar de muro a muro y concentraré todas mis fuerzas en limar mis uñas. Hordas de hormigas atravesarán un mar sindicalizado y veré cómo la nieve que se desprende de mis uñas les marca el sendero hacia un día mejor.
En mi gran delirio de grandeza, las hormigas llegarán a la tierrita prometida e izarán banderas con mi cara “sonriente, pero no tanto”.
Dirijo los destinos de miles de hormigas y de sus millones de hijos hormiga que algún día llegarán. Feliz con mi designio, distribuyo placas de mármol para que mi trabajo de un minuto sea recordado por siglos.
No es delirio, es responsabilidad. No es ridiculez, es honesta seriedad. Castillos son construidos en mi nombre y un río es desviado de su cauce para regar mi jardín. No es sumisión, es pura gratitud.
De los manantiales brotan frutas y en cada silla hay un libro abierto. Las hormigas ya no desean ser, solo estar y yo no deseo ser admirada, solo reconocida.
Establezco una fecha para celebrar la gran fecha.
Una hormiga descubre en un libro la palabra “uevo”.
Despierto debajo de un puente.

20070326

el caballero mojado


El agua entra a tus pulmones y no sabes si sentirte lleno o escaso de aire. ¿Será que es tu cabeza la que inspira y expira?, ¿será que nunca te enseñé a sacarte el tanque de oxígeno?
Miras hacia arriba en una sala de clases llena de palomas muertas, sartenes quemados y margaritas. Yo no creo que te estés asfixiando, pero tampoco creo que puedas flotar… todavía. Miras arriba y piensas en la serpiente correcta que olvidamos en una selva verde limón, en las monedas que nunca tiramos a la fuente del restaurante chino (¿recuerdas por qué no es bueno desear?) y en los libros que se han ido llenando de polvo. O simplemente levantas la nariz para alcanzar las últimas partículas de oxígeno que van quedando, aunque los de tu club hayan optado por vivir sin ellas.

¿Será que tu nombre de canción te dejó “a lo largo del camino”? ¿será que tienes razón en detestar esa canción? Cientos de días sin playa te hicieron perder la costumbre de sumergirte, aunque puedo ver como vas construyendo una armadura de arena que te mantendrá suficientemente húmedo y suficientemente seco. Cambiar agua por arena puede ser parte de tus elecciones… aunque yo insista tercamente en el agua.

Te dejo besos para que puedas amoldar castillos, túneles y autopistas… la armadura guárdala para los maremotos que algún día vendrán.

Había una vez…

20070316


Una lluvia muda te hace armar tus maletas. Yo echo tu cepillo de dientes.

El agua la guardo en mis bolsillos.
Feliz cumpleaños.

20070220

asesinada


Y morir en un rincón oscuro sobre tierra húmeda y hormigas llorando.
Ese es el destino de mis conjeturas, de mis compasiones y mis himnos nacionales… todos muertos en la tierra y puestos sucios en una caja de zapatos.
Mis párpados esperan como guillotinas a cualquier imagen amable, triste o sonriente que se les cruce… descabezadas, también terminarán en una caja de zapatos.
Soy una máquina mortífera que aguarda silenciosa el aniquilamiento de cualquier suspiro, mentira o invitación a caminar. Invadida de anhelo, opto por el envenenamiento, el disparo y la estrangulación para poder seguir yendo a comprar levadura al almacén.
Pero si te dieras vuelta, si tomaras la decisión de pedirle a tu boca que se abriera, a tu lengua que saliera, a tu saliva que la humedeciera y nuevamente a tu lengua que se me acercara… si dejaras que tu mano se derritiera en mi cuello… si te dejaras caer.
Paso de la expiración al ego, del ego al deseo.
Nuevamente me arrastro al rincón más oscuro del jardín de atrás. Esquivo sillas, traperos y maceteros hasta el lugar que garantiza que ya no soy.
Ya no me sirvo tu imagen con cuchillo y tenedor, ya no me sirvo nada. Ya no tomo tus ojos remojados en leche tibia. Simplemente, distinto es asesinar de ser asesinada.

20070210

desparecida


No sé esconderme pretendiendo estar desaparecido y, al mismo tiempo, hallar la justificación para también estar olvidado.
Distinto es no ver de no ser visto… aunque algunos no se convenzan y vayan por ahí ayudados por antenas.
Puedo desaparecer en un hoyo, pero mi negro escondite siempre será visible: no solo el hoyo, sino también mi olor a suero de leche.

De no desaparecer, al menos permíteme ser tu perro izquierdo, tu perro lazarillo, tu perro de caza. Ladrar por cada recuerdo borrado, olfatear cada nueva ignorancia y mover la cola para espantar conciencia.

Desaparecida en un perro, no verán ni mis pupilas… pero el perro no desaparece.

(Escribo con cinco años de desfase, con frases de cien disfraces y fauces que no hallan su cauce).

20070111











Hace un año que ya no tengo abuelos (al menos ninguno que yo conozca). No sé por qué, pero siento la necesidad de publicitarlos un ratito.
Mi abuela se llamaba Elisa y fue una llolleína preciosa. Tenía unos ojos verdes que yo recuerdo violetas como los de Elizabeth Taylor, una nariz respingada (ella trató de moldear la mía con unos “ejercicios”, pero claramente no lo logró), pelo plateado y unas piernas rellenitas que creo haber heredado. Era una mujer con un amor casi infinito por sus hijos y nietos… digo casi porque siempre se reservó un pequeñito espacio para ella (no sé exactamente cuál era ese “espacio”, pero estoy segura de que existía).
Le encantaba cocinar… soñaba con tener un restorán donde serviría tortilla de champiñones, ensalada de atún con papas y aceitunas, manzanas asadas, flan con galletas de champaña… todas las cosas a las que les dedicaba horas antes del año nuevo o la navidad (seguro la lista no le hace mérito, pero es lo que recuerdo).
No sé qué es lo que aprendí de ella… pero seguro que mucho de ella quedó en mí (además de las piernas, claro está). Quizás sea su paciencia (que cada cinco años se acababa y volvía a nacer) o su dedicación por esos detallitos que nadie recuerda, pero que dejan una sensación tibia en el pecho.
Mi abuelo se llamaba Teodoro, era un hombre alto y de apariencia severa. Es el único hombre que me ha proclamado la mejor candidata para Miss Universo (a los 6 años).
Le gustaba mantener la casa y a sus mujeres en orden (entiéndase: suegra, esposa, hijas, nieta). Mi bisabuela lo sacaba de sus casillas; lo mismo pasaba con pololos (de quien fueran) y con mi dormitorio adolescente.
Nunca me calzó su imagen de soldado republicano español con la del señor conservador que yo veía. No sé, quizás nunca lo conocí bien.
Gozaba comiendo cabeza de cabrito, patitas de chancho y caldillo de congrio. La zapatería era su joyita y su siesta de todas las tardes, el momento para idear estrategias de marketing.
De él… mmmm… de él creo haberme quedado con la mala costumbre de encontrarme la razón a mi misma.
Mis abuelos se conocieron el Llolleo. Mi abuela era una bella adolescente y mi abuelo un galán español. No sé si es invento mío o no, pero deben haberse conocido en la estación de trenes.
Mi abuela se fue una noche de invierno y recuerdo no haber llorado como debí hacerlo. Mi abuelo se fue una tarde de verano a la hora de la siesta para poder retomar sus estrategias de marketing.
Mi abuela era la mujer que yo quería ser cuando niña y se fue antes de saber si era la mujer que yo quería ser cuando yo ya era mujer.
Mi abuelo poco a poco fue ablandando sus modos hasta ser mi abuelito e irse como un hombre amable, tierno y sin enojos.

Ojala los que los conocieron puedan agregar alguno de los miles de detalles que estoy dejando afuera.